El espliego fue testigo de una pasión adormecida que se vistió de amor para darnos consuelo. Paseamos de la mano y reímos buscando el embrujo perdido. Entramos en el bosque de las hadas donde las pirañas con ganas nos miraban esperando solo un gesto de tropiezo para arrancarnos lo vivido.
Una velada con encanto donde reinaba el miedo y el cansancio. Conmovida por el tacto, bajo un embaucador cielo lleno de astros y el hechizo del olor a tomillo y a romero, queriendo entender que hay otros mundos, recibía los únicos labios que podían romper mi coraza desmoronándome en lágrimas de dolor y desconsuelo. Preguntando: ¿Se gastan los te quiero?
De rodillas ante mi el hombre que un día fue el caballero de la luna, me dijo: No se gastan… Mas el ahogo recogido en mi pecho no me dejaba ni oír el viento y pidiéndole se alzara y volviera a regalarme el alivio de un abrazo, yo en llanto resignado volví a preguntarle: Dime si como yo pienso hay en cada historia un número fijado para pronunciar las dos palabras…
¡LUCE EN TU VIVIR!
Hace 1 mes