viernes, 14 de noviembre de 2008

Plenilunio

Beber del dulce néctar de un licor oscuro que la noche licua entre estrellas, y encandilarnos en él hasta enajenarnos en un ritual de pálpitos y suspiros, hasta caer en un trance profundo y reparador en que sintamos en la sangre y en la boca la meliflua mixtura del alcohol y las especias, irguiéndonos las ganas de reír, y de saltar y de tocar... Y cantar, sí, cantar entonces canciones cuyas letras resuenen ascendiendo hasta la luna como grimorios o encantamientos que un día supimos, pero que olvidamos de tal manera que ahora duermen…

Arrancar de la morada del olvido, el arrebato, la juventud que poco o nada tiene que ver con el paso de los años, la inocencia que no solo no nos hace más tontos, como los agoreros predican, sino más puros para afrontar el cansancio que se nos cuela dentro...

Estallar en dulce pirotecnia, y ser besos en las mejillas, en las manos, y en la boca, y encandilarnos con un pulso hermosamente rudimentario, ajenos a los dites y diretes, para ser pequeños, felices y primarios, como los colores, como los instintos, y carecer de más vergüenza que la de no hacer daño, y poder mirar de frente y a los ojos a otro, y decir: ven o nos vamos?

3 comentarios:

Más claro, agua dijo...

Levantarle la falda a la luna. Subirse en el taxi libre de las olas y dejarse llevar allá donde los susurros no aceptan besos a medias...

eldelalámpara dijo...

...bien ...realmente opino que te estás levantando de la silla....

Ave Mundi Luminar dijo...

Aun a riesgo desvelar mi caracter "rancio y cansino" tengo que decirte que este texto ha sido un regalo para mis retinas, sobre todo ahora cuando aun saboreo los ecos del último plenilunio, y de esas euforias que remueven todo por dentro a pesar "del cansancio que se nos cuela dentro...".

Delicioso texto...

Definitivamente me apunto tu blog para seguirlo...