domingo, 19 de octubre de 2008

El tiempo de la espera.

Cada vez que mi agotamiento me hacía estallar, o mis nervios se rompían, o la tensión callada de muchos días sin descanso se descargaba, hablaba, diciendo todo lo que me incomodaba, todo lo que me estaba haciendo daño, todo lo que me angustiaba, todo lo que me apretaba la boca del estómago, por todos los sentimientos sufridos de una mujer a la que se le acumulaba la vida sin que le llegara el consuelo vendido de la paciencia, la espera y el conformismo.

Hablaba buscando la valentía que tendría que dar el amor en favor de la persona que al mirarte te hace creer que eres más que carne y huesos. Sin embargo las creencias se desvanecían igual que las ilusiones y la tristeza invadía un alma inquieta hincándole una a una miles de agujas por las que se filtraban las energías.

Desplomada en el cansancio, cerraba los ojos y dormía para que pasara el tiempo absurdo de la espera. ¿Se puede esperar para amar? ¿Se puede esperar para vivir? Dormía y a veces ya sin ganas... seguía soñando....

2 comentarios:

Más claro, agua dijo...

Poder, se puede. Pero, ¿se debe? ¿merece la pena?... Las palabras, a veces, son el empujón que necesitamos para no quedarnos quietos...

Besos ;-)

diariodeunamujersola dijo...

y si los sueños se pierden....inventalos...no esperes para amar...si no que ama tu espera,porque quiza cuando aprendas a amar tus minutos en soledad...no esperes nunca mas,ya no te canses...y tu inmensdad...seas tu...
besitos